Me despierto, ella está aquí, recostada, desnuda, envolviéndome con su brazo y su pierna derecha. No recuerdo haberle pagado y menos hasta el amanecer, al parecer le agrado mi compañía y la de mi botella de ron. Me reclino, tratando de no despertarla, logro alcanzar la botella que está sobre la mesa de noche, tomo un trago, antes que se despierte mi dolor de cabeza. Los recuerdos de la noche anterior juegan conmigo, me sonríen y se ocultan rápidamente, se puede ir a la mierda, no los necesito, no hay manera que con una mujer así la haya pasado mal.
No sé que edad tenga físicamente, no soy bueno para esas cosas. Las miradas no envejecen, yo siempre me guío por ellas, y la de ella se restaba años con cada sonrisa.
No sé que edad tenga físicamente, no soy bueno para esas cosas. Las miradas no envejecen, yo siempre me guío por ellas, y la de ella se restaba años con cada sonrisa.